31 de enero de 2010

Pintalabios rojo.


Le miró a través del espejo una vez más. Estaba apoyado en la pared con la vista clavada en el mármol. La esperaba a ella, y por la expresión de su cara, no tenía prisa alguna.
  
Se concentró en ella por unos segundos. Se retocó los labios con un rojo intenso que los acentuaba, intentando no parecer ansiosa por romper aquel ingrato silencio.
 
Se dio la vuelta. La estaba mirando. Bajó los ojos mientras arrastraba las palabras.

  
- No sabes lo que quieres.
- ¿Ah, no?

  
Parecía seguro y eso hizo que los nervios se apoderaran de ella durante una milésima de segundo. Negó con la cabeza clavando su mirada en la de él.
  
- Pues te equivocas. Sé lo que quiero y lo tengo delante. - Ella sintió que perdía el habla por momentos-. No me asusta lo que pueda pensar nadie. Incluso no me asustan las dudas que tengas tú. Dices que no sé lo que quiero, pero querer es un verbo demasiado correcto y no tiene nada que ver conmigo. Yo anhelo besarte, tocarte, sentir el frío de tus pies y el calor de tus manos. Que el mundo se congelara para que solo se pudiera escuchar el sonido de tu respiración. O hacer el amor contigo por cada rincón de la tierra y cada vez que pasara por cualquier lugar en cualquier momento, sentirte conmigo aunque no lo estés. No me culpes de justamente tus errores. Yo sí lo tengo claro.
  
El silencio invadió la estancia y por un momento sólo se escuchó como el pequeño pintalabios rojo del número 3, caía de la encimera.
 

30 de enero de 2010

¿Quién lo dijo?

¿Quién se atrevió a decirlo? Al desvergonzado que dijo que jamás deberíamos seguir luchando. Al que dijo que sólo existe el amor no correspondido. Al que dijo que levantarse después de una caída grave, no vale la pena. Al que dijo que tener esperanzas no sirve de nada a nadie. Al que dijo que dormir es mucho mejor que soñar. Al que dijo que no existen las segundas oportunidades. Al que dijo que sonreír no valía para nada. Al que dijo que el amor es el primer desastre de la humanidad. Al que dijo que las heridas no cicatrizan jamás con el tiempo. Al que dijo que una decisión a tiempo, realmente, nunca salva vidas. Al que dijo que los amigos son una imaginación provocada por el interés de las personas. Al que dijo que la familia no siempre te apoya en los peores momentos. Al que dijo que nunca más lo podríamos intentar. Al que dijo que nada merecía para seguir viviendo. ¿Quién se atrevió a expresarlo? ¿Quién pudo manifestarlo, exponerlo, enunciarlo, asegurarlo, sostenerlo, aseverarlo, afirmarlo ante cualquier ser humano? ¿Quién coño lo dijo? ¿Quién se atrevió a traer la negatividad a este mundo? 
  
Es sencilla la respuesta. Aquel al que no ayudaron, al que no lo consiguió, al que no pudo alcanzar la meta, al que su amor de la infancia rechazó, al que no pudo salvar su propia vida.

Ellos no pudieron. Pero, ¿y tú?

Tú si puedes.
 

26 de enero de 2010

Todos.


Todos. ¿Qué significa todos? El diccionario lo define como lo que se considera entero o en conjunto. Todos. Vaya palabra, ¿Verdad? Todos eres tú y tú. Ah, y tú también. Todos somos todos. Nadie se queda a salvo, nadie queda fuera. Es algo que engloba a todo el planeta. Nos gusta generalizar, nos gusta sacar esa palabreja al descubierto. Nos gusta como suena. Todos. Todos. Todos. Todos nos hemos caído alguna vez cuando nadie nos ha visto y hemos vuelto la cabeza para ver si realmente no había nadie alrededor. Todos hemos hecho alguna vez el ridículo con un gran público para recordarlo por los siglos de los siglos. Todos tenemos una espantosa foto de bebés en la que parecemos gilipollas. Todos nos ponemos melancólicos cuando observamos las estrellas. Todos sonreímos la mañana de Navidad cuando vemos un regalo que jamás esperábamos. Todos cuando estudiamos intentamos no subrayar la gran mayoría, pero siempre acabamos haciéndolo. Todos nos emocionamos en las películas cuando chico encuentra a chica y son felices para siempre, aunque no todos lo demostramos abiertamente. Todos somos perfectos al menos una noche al año. Todos estamos tristes más de una noche al año. Todos pensamos que la lotería nunca toca, pero aún así, los más esperanzados, la compran. Todos sabemos que consecuencias traerá tomarse seis chupitos de tequila de golpe, pero lo hacemos igual. Todos tenemos la típica foto durmiendo con la boca abierta hecha por el amigo capullo al que odias a muerte. Todos tenemos a alguien que siempre está ahí para nosotros.
Y así miles de cosas más. Todos, todos y todos. ¿Qué quienes somos todos? Ah, es muy fácil. Somos tú, tú y tú.

¡Ah! Se me olvidaba.

También tú.