29 de noviembre de 2011

De anécdotas curiosas y festivales árabes.

Sí. Exacto. Yo, otra vez, por estos lares. Vuestra reacción puede ser extrañamente parecida a la de mi madre el día que me vio haciendo la comida voluntariamente: '¿Qué te pasa? ¿Llamo al médico?' Lo importante es que he vuelto de muy buen humor aquí, para narraros las aventuras de dos sucesos distintos.
 
Un gran poeta comenzaba siempre sus epopeyas: 'Se encontraba el legendario...' Y yo para contar esta primera anécdota, y por no ser menos, comenzaré con algo así como: Me encontraba yo tranquilamente en un autobús urbano en Santiago camino de... Bueno, realmente, eso da igual y por norma general, ni os importa. La cosa es que, entró una anciana, que por la edad podría haber vivido perfectamente en directo el rodaje de 'En busca del valle encantado' y, como ha de ser, la joven que se encontraba a su lado gentilmente le cedió su sitio y ella lo denegó al instante, ya que no debía ser de su agrado o quizás no enfocaba su lado bueno de la cara hacia los demás. Nunca lo sabremos. Y, he aquí el quid de la cuestión, unos segundos después de rechazar el sitio, ambas mujeres, tanta la joven como la anciana, automáticamente posan una mirada delatora hacia mí. Para que os imaginéis la estampa, he de constar que yo tenía conmigo el maletín del portátil, un pequeño bolso con mi cartera y las llaves, una bolsa con comida apunto de romperse y, haciendo malabarismos, llevaba el paraguas cargado como vagamente podía en el brazo. Y, además, especificar que cuando entré en el autobús no había ni un mísero asiento vacío, culpa de la lluvia, así que tuve que apelarme a la resignación de quedarme de pie en un sitio estratégico para que todo aquel pequeño tetris que tenía encima no se desplomara.
 
Pues bien, lo cómico de la historia es que, después de vagar con la mirada por todo el lugar, la anciana descubrió que el único lugar donde quería estar era precisamente donde yo me encontraba. Llamadlo capricho o que sé yo, pero la mujer se me quedó mirando, casi diciéndome: '¿Cómo osas? Ese lugar ha pertenecido a mi familia desde hace generaciones. ¡Largo de ahí, bastarda!' Y.... Bueno, yo simplemente le dirigí una pobre mirada de: '¿Por qué? Si podrías echar a cualquiera. Que se me va a romper la bolsa del Carrefour y como se pongan a rodar las latas de atún, esto se convierte en un plató concurso de Cuatro'. Pero nada. Ninguna mirada fue suficiente para detenerla. Y así, de esta forma tan triste, Goliath venció a David, los Montesco y los Capuleto separaron del todo a Romeo y Julieta, Ulises murió a manos de una sirena, y, bueno, a mí... A mí se me rompió la bolsa y nadie pudo hacer nada para salvar su contenido.
  
El segundo suceso curioso es que en este pasado mes de Octubre, participé, junto a unos cuantos amigos, en Amal Express 2011, un pequeño concurso perteneciente al Festival de cortometrajes árabes Amal. Lo que nos impulsó un poco a participar fue el propio reto del concurso de intentar pensar una idea original a partir de una palabra clave que los organizadores daban. Y así, partiendo de esa base, rodar un pequeño cortometraje, montarlo y presentarlo en un máximo de 96 horas. Y como plus, el premio por ganar era de 500 euros. Así que el planteamiento no estaba tan mal. 
  
Una vez publicada la palabra clave, la cual este año fue 'revolución', y tras muchas horas pensando, rodando y editando; quedó un trabajo más o menos viable para presentar al concurso. Y he aquí vienen los problemas. Fallos con la página donde se mostraban los vídeos, trucos para votar mil veces a los participantes, mala planificación del propio festival, errores referentes a las normas del concurso... Vamos, un cristo. Y así la ilusión de los participantes se quedó en un amargo sabor de boca a medida que avanzaban las horas hasta la resolución final. Y para qué vamos a negarlo, venía con la intención, realmente, de hablar de la falta de preparación y críticar arduamente el concurso, pero... Ha pasado el tiempo, y es mejor no hacer leña del árbol caído. Eso sí, nos plantearemos con seriedad presentarnos el año que viene, y no sólo nuestro grupo. Alguna consecuencia, por muy pequeña que fuera, tenía que haber...  Aunque, ya lo dice muy claro el proverbio: 'El ser humano es el único animal capaz de caer en la misma piedra dos veces.' 
  
De todos modos, y ya para concluir, os dejo el amado cortometraje del que tanto hablo. De un modo u otro, intentamos tratar uno de los temas de actualidad más polémicos: La incomunicación. (Y lo digo yo, que casi no puedo vivir sin tecnología) Disfrutadlo, o lo que buenamente podáis hacer.

Los ojos de la revolución.

1 comentario:

Unknown dijo...

Por si no os gusta vimeo tanto como a mí, os dejo el link de Youtube del propio corto. ;)

http://www.youtube.com/watch?v=SiNsNtazl94