16 de noviembre de 2010

Imposibles e improbables.

Cuando era pequeña, alguien se acercó a mí una vez y me dijo que podía soñar hasta un punto. Que había límites que posiblemente conocería cuando creciera, que aprendería a vivir con ellos, a soñar sólo con las cosas posibles y a fantasear con lo imposible. Distinguiría entre lo probable y lo improbable, y, diferenciando, mi vida pasaría a tropincones. A medida que fuí creciendo, no me planteé jamás aquellos consejos. No los cuestioné ni un segundo. Aparté las cosas imposibles e improbables cara un lado y dejé las seguras a mi vera. Hasta que un día, como nos ha pasado a todos, tropecé con algo que cambió las cosas. Que hizo que me planteara si todo lo que había hecho hasta ese preciso momento estaba bien.
  
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra 'imposible' como algo que no tiene facultad ni medios, para llegar a ser o suceder. En cambio, define 'Improbable' como algo inverosímil, que no está fundamentado en una razón prudente. Con estas dos definiciones en las manos, y puestos a elegir, preferí la improbabilidad a la imposibilidad. La improbabilidad implica esperanza, suerte. La improbabilidad nos hace felices y la imposibilidad nos hace caer para no levantarnos. Preferimos escuchar que tenemos un mísero uno por ciento de posibilidades de ganar, que un noventa y nueve de fracasar. Celebramos la victoria de David contra Golliat. Improbable, sí. Un afroamericano en la Casa Blanca, un tenista español que derrota al número uno de la ATP, una periodista que se convierte en princesa, un equipo que nos trae la gloria de un Mundial, un pequeño paso sobre la Luna. Todas ellas cosas improbables. Sentimientos, relaciones, amistades. Cariño, odio, alegría, amor. Nada de eso se funda en una razón prudente.
  
Por eso, desde hace tiempo, que ya no me cruzo con cosas imposibles.
  
Me cruzo con improbabilidades. Sí, de acuerdo. La mayoría apenas tienen un escaso, insuficiente y limitado porcentaje de salir bien. Pero está ahí, y con eso me llega para mantener la sonrisa en los labios.
 

3 comentarios:

Lena dijo...

Suena a pequeñas dosis de vida, de oportunidades casi perdidas con sus propias ironías, especialmente hacia el final...
me gusta ^^

M dijo...

no sabía que tenías blog, te seguiré.
un besito =)

Unknown dijo...

:) Gracias, chicas !