31 de diciembre de 2010

Despidiendo un año fantástico.


No. Hoy precisamente no estoy aquí para escribir algún que otro texto que podáis aborrecer hasta la infinidad o, con suerte, el extremo opuesto. Hoy sólo estoy yo aquí. Alba. La autora, de la mayoría, de esta locura literaria. Y por primera vez en bastante tiempo, no sé muy bien expresar lo que siento con palabras. Cosa que no pasa muy a menudo. Pero lo intentaré de buen modo.  
  
Gracias. De todo corazón. En eso se resume. A todos los que habéis contribuído a que el 2010 sea un año fantástico para recordar. Y sobre todo, a los seguidores de este blog, por seguir ahí y no haber escapado corriendo a la primera de cambio. Me hace feliz de tal manera, que necesitaría inventar un nuevo alfabeto para expresar lo honrada que me siento cuándo leeis textos míos.

Feliz 2011 a todo el mundo. 
  
Y por favor, una petición personal. Cuándo suenen las campanadas no toméis las uvas, sustituídlas por otro alimento. Innovar un poco. Comed gominolas, pan, melocotones en almíbar. Ya sabéis, cosas sencillas de comer y que hagan que no entres en el nuevo año asfixiado. Y luego me contáis qué tal.
 

24 de diciembre de 2010

Cualquier lugar.

He estado en un lugar. No importa donde, no importa cuándo y ni siquiera importa con quién. Apenas es relevante que he estado allí. Quizás cerca de un sitio donde no pasa nadie, a lo mejor ayer y es posible que sóla. Que importará todo lo demás. Sólo es cualquier lugar donde suelo pensar en tí, en tí y en tí después. Y qué curioso, justamente, parecía que tú también estabas allí.


P.D. No podía cerrar esta entrada sin antes desear una... ¡Feliz Navidad a todos!
  

11 de diciembre de 2010

Si la cosa funciona.


- ¿Por qué querríais oír mi historia? ¿Nos conocemos? ¿Nos caemos bien? Os adelantaré una cosa, ¿vale? No soy un tío agradable. El encanto nunca ha sido una prioridad para mí. Y... ¿Qué queréis que os diga? Esta no es la película caramelo del año. Si eres uno de esos que necesitan sentirse bien... ¡Ve a que te hagan un masaje en los pies! Y... ¿Qué demonios significa todo? Nada. Cero. Niente. Nada conduce a nada. Y aún así, no faltan idiotas que balbuceen. Yo no. Yo tengo visión. Hablo de ti, de tus amigos, de tus colegas, de tus periódicos, de la tele... ¡A todo el mundo le encanta hablar lleno de desinformación! De moralidad, ciencia, religión, política, deportes, amor... Tus inversiones. Tus hijos. La salud. Caray, si tengo que comer nueve raciones de fruta y verdura al día para vivir... ¡No quiero vivir! Odio la dichosa fruta y verdura... ¡Y tus omega 3! Y la cinta de correr, y el cardiograma, y la mamografía, y el sonograma pélvico, y... ¡Oh dios mío! ¡La colonoscopia! Y con todo ello, sigue llegando el día en que te meten en una caja y adelante la próxima generación de idiotas, que también te dirán todo sobre la vida y te definirán lo que es apropiado. Veréis, mi padre se suicidó porque los periódicos de la mañana le deprimieron. Pero... ¿Qué iba a hacer? Con el horror, y la corrupción, y la ignorancia, y la pobreza, y el genocidio, y el sida, y el calentamiento global, y el terrorismo... ¡Y los obsesos de los valores familiares! ¡Y los locos de las armas! ¡Horror! Dijo Kurtz en 'El corazón de las tinieblas' ¡Horror! Por suerte, a Kurtz no le llevaban el Times a la selva. ¡Allí sí que habría visto el horror! ¿Y qué vas a hacer? Lees sobre una masacre en Darfur o un autobús escolar que explota... Y dices, ¡dios mío, horror! Y luego pasas la página mientras terminas tus huevos de cultivo ecológico. Y... ¿Qué le vas a hacer? ¡Es sobrecogedor! Yo también intenté suicidarme. Está claro que no salió bien. Pero... ¿Por qué vais a querer oír esto? Caray, ya tenéis vuestros problemas. Seguro que estáis obsesionados con un montón de tristes esperanzas y sueños. Vuestras vidas amorosas previsiblemente insatisfechas. Os han fallado unos negocios. ¡Ojalá hubiera comprado esas acciones! ¡Ojalá hubiera comprado esa casa hace años! ¡Ojalá le hubiera tirado los tejos a esa mujer! Ojalá esto, ojalá lo otro. ¿Sabéis qué? Dejadme en paz con vuestros pudo ser y debió ser. Como decía siempre mi madre, si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta. Mi madre no tenía ruedas, tenía varices. Pero, esa mujer dio a luz una mente brillante. Me propusieron para el premio Nobel de física. ¡No me lo dieron! Pero bueno, todo es política, como todos los falsos honores. A propósito, no creáis que estoy amargado por culpa de mis contratiempos personales, por los principios de una civilización bárbara sin sentido. Yo he sido afortunado. Me casé con una mujer guapísima, rica por su familia. Durante años vivimos en Big M. Place. Dí clases en Columbia, 'la teoría de cuerdas'.
 

2 de diciembre de 2010

Muda.


Me quedé muda un instante. 

Y ese instante se convirtió en algo más que miles de decenas de segundos donde el tiempo transcurría a cámara lenta. El agua caía lentamente dibujando trazos sobre mi rostro, impasible, mientras mis botas se encharcaban de agua cada vez más y más, haciendo que mi ropa resultara más pesada de lo normal. Y con la mirada fijada en ningún punto y a la vez observando todo a mi alrededor, cogí aire en silencio.
  
Fue tan sólo un ínfimo y pequeño momento en el que escuchaba mi respiración, acompañada perfectamente de los látidos de mi corazón. Todo en una armonía asombrosa y sencilla. Como si naciera sólo para escuchar aquel simple sonido. 
 
Llovía sin tregua y todo el mundo huía sin mirar atrás. Yo no lo hice, no pude hacerlo. Mis pies no se movieron, esperando algo que nunca llegó. Esperando a vivir, esperando algo más.


Me quedé muda un instante y el mundo se calló conmigo.